Las 7 averías más frecuentes que provocan los conductores

Aunque tratemos de cuidar al máximo nuestro coche de ocasión, hay un buen número de averías que provocamos nosotros mismos sin darnos cuenta. Pequeños despistes, hábitos poco saludables para las mecánicas de nuestros vehículos o malas costumbres al conducir son los principales causantes.

1. Desgaste prematuro en el embrague

Conducir con el pie izquierdo apoyado constantemente en el embrague es la principal causa de cambiar el disco del embrague antes de tiempo. Aunque parezca que no puede afectar al mecanismo, el hecho de pisar ligeramente el pedal de embrague genera fricciones innecesarias y a largo plazo, un paso por el taller.

El embrague debe ser utilizado cuando es estrictamente necesario: para iniciar la marcha o cambiar de velocidad. Una excesiva fricción en cada ciclo irá limando poco a poco nuestro disco provocando el típico “patinaje”.

2. Filtro antipartículas

Montar un filtro antipartículas en los coches diesel se ha convertido en una obligación para los fabricantes. La aprobación de normativas de emisiones cada vez más restrictivas ha obligado a ello.

El filtro antipartículas, como su nombre indica, evita que la carbonilla resultante de la combustión del gasóleo pase a la atmósfera. Estas partículas son capturadas en las paredes porosas del filtro y finalmente destruidas en ciclos de regeneración automáticos.

El problema está en que estos ciclos necesitan tiempo para completarse. Exigen que no se detenga el motor durante unos 20 minutos. Interrumpir más de tres veces este proceso puede ser sinónimo de una visita al taller.

O lo que también es lo mismo, utilizar un coche diesel en trayectos cortos y continuos sin dejar que se regenere el filtro es sinónimo de avería a largo plazo. Es mejor salir periódicamente a carretera.

3. Holguras en la caja de cambios

Ocurre lo mismo que con el pedal de embrague. Ya sea un coche manual o un coche automático, conducir con la mano apoyada constantemente en la palanca de cambios genera holguras en los elementos entre la palanca y la caja de cambios (engranajes, rodamientos…)

Cada pequeño golpe, presión y movimiento, por pequeño que sea se transmite a la caja de cambios a través de las conexiones entre sus diferentes partes.

En este caso, lo mejor será recordar las enseñanzas de nuestro profesor de autoescuela y mantener las dos manos en el volante inmediatamente después de cada cambio de marcha.

4. Rotura de manguitos

El utilizar agua sin anticongelante puede darnos una sorpresa desagradable en invierno. Una simple helada puede congelar el agua que contiene el sistema y romper la parte más débil: el manguito.

Aunque renovarlos no supone un gran coste, una ruptura de manguito en marcha puede provocar la pérdida total del líquido refrigerante y una avería mucho más costosa que la sustitución del propio manguito.

Renovar de vez en cuando el anticongelante también es importante, ya que como todos los fluidos que lleva nuestro coche, pierde propiedades con el tiempo.

5. Averías provocadas por el estilo de conducción

Los extremos son siempre malos. Parece una máxima que tiende a simplificar, pero es perfectamente aplicable.

Un estilo demasiado deportivo, agresivo y estirando el motor al máximo acelerará el desgaste de todos los elementos mecánicos. Abusar de los acelerones y frenar bruscamente pondrá en riesgo cualquier motor.

Sin embargo, conducir con revoluciones muy bajas a escasa velocidad tendrá el mismo efecto. Conducir de manera eficiente está muy bien, pero sin pasarse.

Lo ideal es conseguir una conducción equilibrada, llevando el motor en el rango óptimo de revoluciones marcado por el fabricante y aprovechando, de vez en cuando, un carril de aceleración para darle “una alegría” al motor, lo cual ayudará a eliminar cualquier posible impureza o carbonilla

6. Problemas al no revisar los niveles

Por falta de tiempo, desconocimiento o dejadez muchas veces nos olvidamos de revisar los niveles de nuestro coche. Hay líquidos donde hacerlo es crucial. Exactamente dos: el aceite y el líquido refrigerante.

Antes hemos hablado de vigilar la proporción de anticongelante, pero llevar el líquido refrigerante bajo o directamente circular sin él es sinónimo de recalentamiento y averías importantes y costosas. Una simple comprobación lo evitará.

Comprobar el aceite es también muy sencillo. Sólo hay que recordar hacerlo con el motor en frío y en una superficie plana. Al sacar la varilla también hay que recordar chequear el color del lubricante. Un aceite muy oscuro o con impurezas indicará que algo no va del todo bien.

7. Desgaste prematuro de neumáticos y reventones

Es una obviedad decirlo, pero los neumáticos son la única parte en contacto del coche con el suelo y como tal influye en todos los aspectos relacionados con la conducción: estabilidad, frenado, dirección…

Comprobamos su estado, pero muchas veces descuidamos que tengan la presión correcta. Llevarlos con la presión marcada por el fabricante nos ayudará a que duren más y el coche responda mejor a nuestras órdenes.

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